¡Qué fea estás con fores!

Parece que fue ayer, pero sin embargo hace ya 9 meses que empezó el curso. Y hoy se acaba. Bueno, se acaba relativamente porque mañana me voy a un curso de formación al País Vasco y después 10 días de campamento.

Por cierto, no puedo ver la final de la Eurocopa con El Alemán porque estoy en Eirbar. Injusto ¿verdad?

Lo del campamento este año me tiene un poco agobiada. Resulta que el que yo hago normalmente, que son niños de 16 años, no se puede hacer y me han colocado con niños de 11 y 12, edad con la que trabajo durante el curso y que no me apetece tanto para pasar el campamento. Me gustan los mayores porque al lado de los otros parecen universitarios, puedes mantener conversaciones con ellos sobre la vida, el amor, las drogas ... Pero con los pequeños tienes que pelearte porque no les gusta la comida, echan de menos a mamá, no se cambian de ropa o se pasan rulándose unos pantalones los 10 días de campamento sin haberlos lavado. ¡Menuda gochada! Y además es muy cansado porque tienes que estar con ellos todo el rato. Pero también sé que el último día lloran como si les llevaras al matadero y que te recuerdan cuando te los encuentras 6 años después.

Este sábado fue un gran día: hizo sol. Lo que significó que pude meter la hamaca en el coche e inaugurar el verano. ¡Qué maravilla tumbarse en la playa al sol! Y también fue un gran día porque casamos a la Lucy. Y diga lo que diga el alemán: el tocado quedaba estupendamente con el resto del conjunto.

Sigo con el proceso de vaciado de mi piso. La habitación de invitados ya casi está preparada para acuchillar y barnizar y creo que voy a conseguir meter el sofá en la cocina, la cama en el baño... Pero hay un problema: no puedo encerrar durante una semana a mis plantitas en un cuartucho sin luz ni ventilación.

¿Quién se podrá hacer cargo de las plantas? Tendría que ser alguien que viva cerca, responsable, con horarios fijos... ¿Te das por aludido hermano? Y ya puestos a pedir: tu bicicleta seguro que se siente muy sola en la entrada de tu casa. ¿Qué te parece si mandamos a la mía a que pasen una semanita juntas contándose sus aventuras de cuando se arriesgan en el loco tráfico de la ciudad?

Un montón, pero también mucha porquería innecesaria.

Ayer tomé una importante decisión: voy a dejar que me arreglen el parquet de casa. Y digo dejar, porque no lo voy a hacer yo ni lo voy a pagar. Llevaba mucho tiempo evitándolo, pero ha llegado el momento. ¿Por qué lo evitaba? Pues porque supone vaciar el piso. Intentar meter las cosas de los dos dormitorios, el salón y el pasillo entre dos baños pequeños, una cocina minúscula y el zulo, que si bien es grande, es muy incómodo y tiene muchas barreras arquitectónicas.

Ayer por la noche empecé con la limpieza de los armarios de la habitación de invitados. Llené una maleta con ropa que realmente no uso ni soy capaz de tirar, tres bolsas con calzado que raramente uso, una bolsa con cosas para el ropero y otra grande, muy grande de ropa y calzado para tirar. Y todo lo que me falta...

Menos mal que como el armario de mi habitación no se va a mover, tampoco tengo que vaciarlo. Y por cierto, ¡regalo muebles feos y de mala calidad, pero gratis! Voy a deshacerme de los muebles del salón y de los dos armarios de la habitación de invitados. Aunque también acepto donaciones, porque reponer todo eso me va a salir por un ojo de la cara.

Y el domingo tengo que mudarme a casa de mi madre durante una semana. Menos mal que siempre me deja volver. Como aquella vez que tuve que estar con la pierna en reposo por culpa de un esguince y volví como el hijo pródigo y mi madre "mató un cordero" para celebrarlo. Gracias mamá.

El sábado tuve la despedida de soltera de Lucy y el domingo me esperaba un duro día dedicado al deporte: para empezar la final del Roland Garrós, después el partido del Sporting para acabar con el Alemania-Polonia. Pero no pudo ser. Me dormí en el segundo set del partido de Nadal y desperté cuando despedían la conexión, el partido del sporting no lo emitían en abierto y sólo aguanté despierta hasta el primer gol de Alemania. ¡Un desastre!

El tiempo en que se subdivide un año de mi vida se estructura del siguiente modo:

- El año comienza en septiembre y acaba en agosto. Desde que nací he estado sujeta a ese orden, primero gracias al trabajo de maestra de mi madre, más tarde debido a mi escolarización en el cole, en el instituto, en la universidad para cerrar el ciclo con mi vuelta a la escuela.

- Las vacaciones están divididas en tres periodos: las de Navidad con su consecuente festival, las de Semana Santa, a menudo acompañadas de algún pequeño viaje y las de verano con su inevitable campamento.

El periodo lectivo de verano se inaugura en junio y va acompañado del Roland Garros. Recuerdo organizar las horas de estudio preparando la selectividad con los horarios de los partidos, o a mi madre pidiéndome desesperada que me pusiera a estudiar cuando ya llevaba 4 horas diciendo que el partido estaba a punto de acabar.

Es el viaje soñado: con la Guan, prima Ana y mi hermana a ver la final masculina, ponernos gafas de sol, pintarnos las rayas de la bandera (cosa que no haría en ninguna otra circunstancia) y esperar a salir en la tele para que los comentaristas españoles digan algo así como: aquí cuatro bellas seguidoras españolas... Si algún día me toca la lotería invito a las tres.