sábado, 15 de noviembre de 2008

Tomates

El día antes de irme a Cambridge pasé por una tienda de esas en las que venden miles de calcetines para armarme de unos bien gordos ya que mi hermana me había dicho que allí hacía un frío de aupa. Pero cuál sería mi sorpresa cuando llegué con mi hermana y su compañera de piso a casa y al descalzarme a la entrada tenía dos sendos tomates en los calcetines nuevos. Se me quedó cara de póquer.

Así que al día siguiente me puse otro par nuevo y cuando vuelvo a casa, después de unas horas de paseo, otra vez: dos tomates. Al final mi hermana me tuvo que dejar unos calcetines, que seguro que ya tienen unos kilómetros y que aguantaron perfectamente el tiempo que me quedaba por allí.

Cuando volví, lavé los calcetines que había estrenado y destrozado, y fui a la tienda a devolverlos. Y va y me dice la dependienta que no aceptan reclamaciones de productos usados. Imaginaros mi cara de estupefacción. Y yo venga a insistir: que no compré unos pares de usar y tirar, que se suponen que me tienen que durar más de un día... Al final conseguí que la tía llamara al jefe y este le dijo que se los quedara para evaluar el fallo y me llamarían con la sentencia. El jueves pasado me llamaron para decirme que podía pasar a descambiarlos. Lo que no sé es si tendré que cambiarlos por otros iguales, de otra categoría o me devolverán el dinero (última opción poco probable)

Comentarios:
Que fuerte! Yo alucino. Haz que te devuelvan el dinero. Cuentales el rollo de que pasaste por la oficina del consumidor y que les puedes denunciar a ver si funciona...
 
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