lunes, 2 de agosto de 2010

Vuelta al lago Constanza

Sana y salva he llegado de vuelta a Meschede después de hacer una rutilla por el Bodensee, que es como aquí se llama al lago Constanza. Antes de empezar la ruta, paramos a hacer noche en Stutgart para visitar a una amiga del alemán. El mi hombre me advirtió antes de que ella y su marido son gente muy creyente y además practicante. Y no mintió: a la hora de la cena nos agarramos de la mano y como era el santo de Anna (una de las gemelas que tiene el matrimonio) se encendió su vela de bautizo y la niña pudo escoger que canción quería para bendecir. Que a mi todo esto no me resulta nuevo, pero si un poco extraño en gente de mi edad, médico ella, informático él. Por cierto, nos hicieron para cenar lentejas con manzana y curry. ¡Muy buenas! y distintas a las que como siempre.

Después de esta noche familiar en la que acabé leyendo un cuento a las niñas en alemán, empezamos el viaje. Hago un resumen por etapas:

1ª etapa: Arrancamos desde la estación de tren de Friedrichshafen y fuimos a Lindau. Todo el camino es muy turístico y poblado. Fue una etapa corta de aproximadamente 25 kilómetros, porque empezamos después de comer. En Lindau nos alojamos en un pequeño hotel básico pero bien. Le pedimos a la dueña una recomendación para cenar y nos dio la dirección de un restaurante con comida casera muy buena pero nos advirtió que el dueño era un tanto particular. Y no se equivocó. Cenamos muy bien, ambientados con la música de un (... necesito tiempo para buscar el nombre...) una pianola. El dueño era raro, raro. Con una mirada de loco que metía miedo y un tono de voz lineal e inexpresivo. No nos dio bola, pero empezó una conversación con los señores que teníamos al lado sobre música clásica que tardamos 30 minutos en conseguir pagar.

Por la mañana, a eso de las 7, escuché unos tambores en la calle, me asomé a la ventana pero no conseguí ver nada. Más tarde, mientras desayunábamos, me enteré de que a las 9 empezaba un desfile de niños con flores que no sé que conmemora, pero me volví loca haciendo fotos.


2ª etapa: Lindau-Romanshorn (de Alemania a Suiza pasando por Austria):
esta etapa fueron unos 55 kilómetros y nos pasó lo que nos pasa a menudo, que llegamos al albergue a las 3.30 y no abren hasta las 5. Así que hicimos estiramientos y leímos un buen rato. Este día llovió un poco, pero no lo suficiente como para hacernos desistir y coger un tren. Fue una tarde tranquila en un pueblo bonito, pero no demasiado turístico y en un albergue donde no tuvimos que compartir habitación y pudimos descansar muy a gusto. Fue ese día el que el alemán y yo decidimos que estábamos casados porque en los albergues si eres familia es más posible que te den habitación juntos y si no las mujeres duermen por un lado y los hombres por otro.

No hice muchas fotos, sólo algunas de los paisajes y esta de un remolque para niños. ¡Anda qué no irán ahí contentos los guajes!


3ª etapa: Romanshorn-Schaffhausen(seguimos por Suiza 65 kilómetros o 45, según se mire) Fue un día de lluvia horroroso y después de pedalear durante 45 kilómetros bajo una lluvia que cada vez era más fuerte decidimos coger un tren.
Al comprar el billete no encontramos la opción para las bicicletas, pero lo que nos quedó claro es que los perros pagan medio billete. El viaje de 20 kilómetros nos costó 6 euros por persona lo que ya me pareció caro. Pero cual fue nuestra sorpresa cuando la revisora pasó a ticar el billete y nos informó de que las bicicletas pagan como un pasajero. ¡Menuda bromita lo del tren! Casi me arrepiento de no haber seguido mojándome. Total, ya no había mucho seco en mi cuerpo.

La ciudad de Schaffahausen resultó ser muy bonita y la lluvia paró lo suficiente para que pudiéramos dar un buen paseo. Dormimos en el albergue, que tuvimos que compartir con un grupo de angloparlantes jóvenes. Y ya se sabe lo que me pasa cuando no me dejan dormir... sí, la bestia del apocalipsis se despertó. Estuve un buen rato evitando llamarles la atención, pero cuando la madre de familia con la que compartía habitación salió a ver que pasaba en el pasillo y no les dijo nada, yo creo que porque no hablaba inglés, no pude evitar salir y llamarles la atención. Y funcionó porque se callaron al momento y la madre de familia me dio las gracias.
Ese día fuimos a visitar las cataratas del Rhin, que no son las del Niágara, pero son bonitas. Eso sí, los suizos del tema de hacer negocios no entienden mucho porque a las 6 de la tarde todos los puestos de recuerdos y pequeños bares estaban ya haciendo caja.






4ª etapa: Schaffhausen-Konstanz (45 kilómetros): por fin dejó de llover y pudimos disfrutar de un bonito día de bicicleta. Tuvimos que coger un pequeño ferry movido por energía solar que nos ayudó a cruzar la costa. Cenamos muy bien en un turco que descubrimos un poco por casualidad y disfrutamos como cada día de la costa. Es muy interesante eso de dar la vuelta al lago y ver la ciudad en la que dormiste el día anterior desde el otro lado. Aquí una foto bonita que hice.



5ª y última etapa: Konstaz-Friedrichshafen: en un principio era una etapa de solo 30 kilómetros que se convirtieron en 65 porque nos apeteció alargarla, porque estamos en forma y porque el día estaba muy bueno. Así que nos pasamos casi todo el día sobre la bici, pero hicimos paradas para hacer un segundo desayuno o tomar el sol en el lago.

Tuvimos que pagar 2 euros de entrada pero mereció la pena porque el sitio tenía muy buenas instalaciones: aseos, taquillas, duchas, bar...
Esta noche no dormimos en albergue, sino en un tipo de hostal que se llama Naturfreundehaus, algo así como "amigos de la naturaleza". Y que resultó ser el más barato y aunque no tenía el baño en la habitación, el mejor sitio en el que dormimos, quitando el hotel.

Resumiendo: los viajes en bici por Alemania merecen la pena, las rutas están muy bien, no son peligrosas y tienen muy buena infraestructura. Lo que sí quedó claro que no vamos a repetir es lo de ir con las bicis en tren; para empezar porque yo no puedo subirla y bajarla por las escaleras de las estaciones y cuando tienes que hacer 4 transbordos y sólo tienes 10 minutos y encima el tren en el que llegas lleva retraso, es muy estresante. Así que el año que viene, alquilamos las bicis.

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