domingo, 6 de noviembre de 2011

Caridad

Muchas veces, cuando voy caminando por esta ciudad, veo cosas o me encuentro en situaciones que me gustaría comentar en el blog. Pero cuando llego a casa, no me acuerdo o ya no me parecen tan sorprendentes o divertidas. Quizá lo que necesito es un teléfono con conexión a internet y así pasarme todo el día contando chorradas en la red. Menos mal que no lo tengo, porque así hay un filtro y solo cuento algunas tonterías de vez en cuando.

Esta semana entré por primera vez en el KaDEWe, que son unos grandes almacenes muy importantes y caros, donde nunca compraré nada. Entré solo porque la parada del autobús está delante y tenía 10 minutos de espera. Pero también ahí delante vi una situación extraña: una mujer con su hijo en brazos pide limosna. Su otra hija, de unos 5 años, pasea cerca pidiendo también limosna. Un viandante le da 20 euros a la niña. Entonces surgen otras dos mujeres que se acercan al bienhechor a pedirle más dinero.

Al día siguiente entra un hombre en el metro y se pone a tocar el acordeón. Cuando acaba pasea entre la gente pidiendo dinero. La señora que tengo delante de mí busca en su monedero. Cuando él se acerca, le pregunta si tiene cambio de 2 euros. Él coge los dos euros, busca en el vaso y le devuelve a la señora 1 euro.

Yo nunca había visto una una limosna tan generosa ni una con vuelta.

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