¡Qué fea estás con fores!

Desde que me operé tengo que hacer fisioterapia. Aquí escoges tú dónde quieres ir. Mi criterio de búsqueda se basó en cuán cerca de mi casa estaba.

En un principio la terapia me pareció bien: el enfoque se centraba en no producir dolor y aliviarlo si lo había. Pero desde el principio hubo cosas que no me cuadraban: tendría que hacer tres sesiones a la semana pero hacía solo dos y además, las dos sesiones las daba seguidas porque con esta terapeuta las sesiones son solo de 25 minutos. Todo muy OMMMMmmmm, con su incienso y sus aceites.

Aún así, como cada dos semanas tenía que ir al médico que me había operado y él me decía que evolucionaba bien, no me preocupé de que toda la gente que conozco que se ha operado del ligamento me contaran que ellos habían hecho unas terapias de trabajo intenso y doloroso. Si a mi esto me estaba funcionando...

Pero la verdad es que con el tiempo la imposición de manos sobre la rodilla, los movimientos casi invisibles de la rodilla y la digitopuntura me empezaron a parecer insuficientes. ¡Ay, si alguien me hubiera visto bailando y tirándome de manera fluida por el suelo...! Me repito: todo muy Om.

Hubo un día en el que mientras la terapeuta me hacía una de sus imposiciones de manos, esta vez en el cóxis, me preguntó que en qué estaba pensando. Y yo no supe que responder porque mis pensamientos iban desde el "tengo hambre" hasta el "¿qué está haciendo esta tía? ¡Menuda pérdida de tiempo!". Opté por decirle que tenía hambre. Aunque creo que la respuesta adecuada hubiera sido algo más del tipo: "estoy escuchando a mi rodilla".

Menos mal que en mi última visita al médico me dijo que tenía que empezar a trabajar con máquinas. Así que me he cambiado de terapeuta. En la primera sesión, aunque no empecé con las máquinas porque era para evaluarme, ya me hizo trabajar y me puso unos buenos deberes. Incluso me dijo que si no me dolía podía empezar a correr poco a poco.

Estoy contenta.