¡Qué fea estás con fores!

Hace tiempo que dejé de poner suavizante a la ropa para contaminar un poco menos el agua. Pero hoy quise poner un poco y encontré que había espesado tanto que casi no salía. ¿Es eso lo que pasa cuando caduca el suavizante?

Ayer inauguré personalmente el Festival de Cine. Llamé a mi hermano por si quería acompañarnos, pero por lo visto él me llevaba algo de ventaja: salía en ese momento del cine y por la noche ya había quedado para ver otra peli.

En esta edición hay una sección dedicada al "nuevo cine alemán" y como es de suponer teniendo como novio a uno de esa procedencia, tocó película alemana.

Vimos una película-documental llamada Otoño en Alemania, de 1977. El programa de mano dice sobre ella:

A partir de metraje documental y ficción, el grueso de firmantes del Manifiesto
de Oberhausen (el pistoletazo de salida del Nuevo Cine Alemán), ofrece una
visión conjunta sobre la Alemania de finales de los 70. Una época marcada por el
terrorismo de izquierdas de los Baader Meinhof y la consiguiente respuesta
institucional que supuso una quiebra, descrédito mas bien de los ciudadanos
hacia su gobierno. La historia de aquellos días es complicada y a la vez sencilla:
tres líderes encarcelados de la Baader Meinhof aparecen muertos en sus celdas.
La duda aún continúa: ¿suicidio o crimen de estado? Dirigen: Rainer Werner
Fassbinder, Alexander Kluge, Volker Schlöndorff, Edgar Reitz, Beate Mainka-
Jellinghaus, Peter Schubert...

Menos mal que cuando llevábamos media peli, ésta se quemó y tuvieron que parar para arreglarla durante 5 minutos. Tiempo que aproveché para que El Alemán me aclarara muchos detalles.

La película me gustó. Muestra un momento en que en Alemania había pánico por el terrorismo y la gente se estaba replanteando las ideas políticas, el sentido de la democracia, la pena de muerte...

Y si la peli me gustó fue también gracias a los comentarios al margen de El Alemán, que por ejemplo me contó, que un personaje que es entrevistado en la cárcel y había sido condenado a 14 años por ser fundador de un movimiento radical de izquierdas, actualmente es representante de ultraderecha. Queda demostrado que los extremos, en ocasiones, se pueden llegar a tocar.

Ayer fui con El Alemán a cenar. Hasta ahí todo normal. Pero elegimos un restaurante un poco especial. Vamos, que no fue ni una sidrería ni una pizería. Fuimos a comer a un restaurante ecológico. Ya lo habíamos intentado en el puente de difuntos, pero estaba cerrado, se habían tomado unos días a pesar de que sólo deben llevar unos meses abiertos. Tuve que dejar pasar un poco el tiempo antes de intentar volver porque a El Alemán no le pareció ni muy bien ni muy inteligente esa actitud.

El caso es que ayer sí que estaba abierto y fuimos a cenar. El sitio es ecológico y también tienen menú para vegetarianos y celiacos. Por lo visto ayer era la noche dedicada a Italia, pero para nuestro agrado no había ni pasta ni piza. Como entrante nos bebimos un sorbete de limón que estaba bien y que tenía un ligero toque de jengibre. De primero había para elegir una especie de pastel de verduras y una especie de pastel de patata. Por supuesto, elegimos uno de cada para probarlo todo. Y de segundo había unos canelones o bien rellenos de carne o bien de soja. También probamos los dos. No sé porque lo llaman canelón cuando realmente es un crep relleno...

Estaba todo bueno, aunque a mi lo que más me gustó fue el canelón vegetariano y el vino, que también era de producción ecológica. Después de pedirlo nos dimos cuenta de que era un Albert i Noya, que es un vino que tenemos precisamente en casa.

Y El Alemán me ha prometido un fin de semana del Zwiebelkuchen. Que quiere decir que va a hacer un pastel de cebolla muy grande y nos alimentaremos a base de eso todo el fin de semana.

A ver, esta semana he ido a dos preestrenos y a un concierto.

En el cine vi la habitación de Fermat que estuvo entretenida y el juego del amor, que fue una tontería por la que gracias a dios, no pagué, porque sino habría salido de mal humor.

Y ayer fuimos a un concierto de Kroke. Un grupo de polacos que hace música yiddish. Tuvimos la suerte de ir a comprar las entradas a última hora, cuando se suponía que ya no quedaban en patio de butacas, pero habían liberado algunas y hasta tuvimos un buen sitio. El concierto me gustó, aunque tuvo algunos momentos un poco bajos. El teatro estaba prácticamente lleno y dice El Alemán que si se programara algo así en la capital, no cree que obtuviera tan buena respuesta por parte del público. Ya se sabe que allí se lleva más la zarzuela y la ópera. A mi me apetece ir a ver una zarzuela. El problema es que no estamos seguros de que en el Campoamor nos dejen entrar vestidos de vaqueros, carapijos y forro polar.

Es el tipo de música que hacen los de Kroke se parece a la que hace El Hermanodelalemán con su grupo. Estos tipos son superdivertidos en directo aunque en la foto de la web parecen muy serios. En cuanto los escucho, me apetece ponerme a bailar.

... El Alemán tiene una y lo mejor de todo es que me la deja usar.

Estas son unas fotos que sacamos el sábado en nuestro paseo matutino por las cercanías de la capital.

Llevo más de dos años estudiando, no con mucho ahinco, alemán.

Este verano, estando en Berlín con Marianela, intentamos en varías ocasiones comunicarnos en ese idioma sin muy buenos resultados. Y sin embargo, fue ayer en mi ciudad cuando pude poner en práctica mis conocimientos.

Fui a tomar algo con Anacari y El Alemán. Nosotras pedimos dos cañas de cerveza de trigo, porque una botella de medio litro nos pareció demasiado. El dueño del local es medio español - medio alemán. Cuando nos trajo la comanda le habló al alemán en su mismo idioma:

- Hier die zwei Kinderbiere und der Gin Tonic! (Aquí están las dos cervezas para niños y el Gin Tonic)

Me reí del chiste.

- Huch, sie versteht Deutsch! (¡Huy, ella entiende alemán!)

- Ja, ein bischen (Sí, un poco)

Ya sé que no ha sido una gran conversación, pero lo importante es que entendí lo que decía sin estar concentrada ni esperando que hablaran en español y además, en un bar con música alta.

Ayer fui a un preestreno. Fuimos a ver La Torre de Suso, una película rodada en Mieres cuyo protagonista es Javier Cámara. Me gustó mucho ir a verla sin a penas tener información sobre ella y haber visto solo un par de escenas. En ocasiones hacen tanta publicidad de las películas, ponen tantas imágenes y dan tanta información sobre el rodaje que te impiden verla como si fuera la primera vez.

Recuerdo que eso me pasó con Volver. No podía evitar mirar el culo de Penélope cada vez que salía de espaldas para ver si se le notaba la prótesis.

No os voy a contar nada de la película porque no me gusta hacer lo que no quiero que me hagan a mi. Sólo decir que me gustó. Yo la definiría como un película bonita, con risas y llantos.

Un detalle de agradecer es que no se hayan esforzado en imitar el acento asturiano, simplemente han metido expresiones típicas. Y es que me da la impresión de que estamos tan acostumbrados al español estándar, que cuando oímos en una película un acento nos resulta extraño, y más si no es el propio del actor que lo interpreta.

Desde que ha empezado el curso, tengo que aceptar que no he cogido la bici. Y es que esta año me viene a buscar a casa para ir al trabajo una amiga que ha empezado a currar conmigo y es muy entretenido bajar juntas hablando.

Pero ayer, después de superar muchos inconvenientes, me decidí a ir en bici a la Escuela de Idiomas. Los inconvenientes son básicamente que tenía las ruedas deshinchadas y no tengo fuerza para hincharlas (ya se ha ocupado El Alemán de eso) y que tengo la dinamo estropeada. A mi no me gusta nada estar fuera de la ley y más si tiene que ver con conducir y con la posibilidad de matarse, por eso me he resistido a andar en bici sin luz trasera, pero ayer ya no lo pude evitar y cogí la bici para intentar reducir el tiempo de 25 minutos caminando.

Lo gracioso es que casi no lo consigo. A la ida me encontré una calle de dos carriles reducida a uno por el gran número de coches que había aparcados en doble fila. ¡Impresionante! Una calle relativamente tranquila, que no está precisamente en el centro de la ciudad y en la que no hay nada como un colegio o algo así. Simplemente la gente aparca sus coches en doble fila para entrar a un comercio a comprar algo.

Y a la vuelta no hacía más que encontrarme direcciones prohibidas que me obligaban a desviarme de mi destino y volver hacia atrás, de tal modo que al final me subí a una acera una vez y otra fui un pequeño tramo en dirección contraria.

¡Vamos! Que ayer me podían haber puesto muchas multas.

He pasado el puente aquí. No hace falta irse lejos, alquilar una habitación en un hotel, hacer maletas... para aprovechar al máximo cuatro días festivos.

Entre comer con los amigos, dar algún paseo, leer e ir a algún concierto magnífico se pasa bien el tiempo.

El otro día hice un paseo por las afueras de la capital. Me llevé la cámara para hacer unas fotos y enseñarles a mis hermanos los colores del otoño en nuestro entorno. Pero las fotos no son ninguna maravilla porque no era un día con muy buena luz y yo no soy ninguna fotógrafa experta...


Ayer por la noche fui a Llanes. Buscando en Asturconciertos algo interesante encontré que Kiko Veneno tocaba en Llanes dentro de un festival que se llama Llanes al cubo. También tocaban en el mismo concierto Carmen Paris y Muchachito.

A El Alemán le encanta Kiko Veneno pero en las últimas ocasiones que ha venido por aquí, él estaba de viaje. Dice siempre que Kiko (le trata por el nombre, como si fueran amigos) mira primero su agenda para programar sus conciertos y que él no pueda ir.

Pero esta vez sí pudo ser. Mereció la pena el paseo. Carmen París muy buena en concierto, Kiko exultante y Muchachito con mucha energía, la que nos faltaba a nosotros que nos fuimos a la cuarta canción.

Y creo que este va a ser un domingo para estar metida en casa, tirada en el sofá leyendo y descansando. Para que fuera perfecto tendría que llover.

En este país ya no se respetan ni a los muertos.

Esta tarde, El Alemán y yo quisimos ir al cine, pero cuando llegamos a la puerta del centro comercial nos encontramos riadas de gente que salía con bolsas colgando de sus manos. Yo creí que sólo estaría abierto el supermercado. Pero cual fue mi sorpresa al comprobar que todas las tiendas estaban abiertas y que había más gente en ese centro comercial de la que yo había visto ningún otro día.

Subimos hasta la segunda planta, que es a donde en esta ciudad tienes que ir si quieres ver cine, pero me entró tanto agobio al ver las multitudes de gente que subían, bajaban y hacían cola, que decidimos volver a casa: El Alemán a ordenar facturas y yo a desahogarme en el blog.

¿Por qué tienen que estar las salas de cine en centros comerciales? ¿Por qué tienen que abrí los centros comerciales aunque sea festivo? ¿Por qué la gente va a comprar un día como hoy cuando además la mayoría tiene puente y podría ir mañana tranquilamente? Por cierto, el día ha sido soleado y no ha llovido. Comento esto porque muchas veces es la disculpa que la gente da para meterse en grandes superficies.

Nosotros solo queríamos ir a ver la última de Woody.