miércoles, 24 de octubre de 2007

Un día extraño

Cuantas veces he repetido el gesto de ponerme de puntillas delante de la puerta de la clase de mi madre para ver si ella estaba dentro. Hace muchos años para pedirle dinero o las llaves de casa que me había olvidado. En los últimos años para saber si ya había acabado e irnos a casa a comer o para comentarle algo que me acababa de pasar en el cole.

A partir de hoy ese gesto carece de sentido y si lo repito será por equivocación, porque después de casi 40 años, mi madre ya no será tutora del primer ciclo y una extraña ocupará la clase que tanto tiempo le perteneció.

Hoy mi madre empieza su jubilación parcial y pasará a trabajar sólo 4 horas a la semana durante los próximos 5 años. Se lo merece. Como ella le explicó ayer a los niños: yo llevo trabajando muchos años y hay otra gente que también quiere trabajar, por eso yo voy a hacerlo ahora menos tiempo y tendréis una nueva profesora que tiene muchas ganas de conoceros. Y les hizo un bizcocho que compartieron a la hora del recreo.

Me da un poco de pena, no puedo negarlo.

martes, 23 de octubre de 2007

El profesor de música

Ayer fui a cenar con Guan y nos encontramos con el profesor de música que tuvimos en el instituto. A ella la reconoció porque cantaba en el coro, de mi no se acordó. Menos mal, porque si fuera así sería por lo mal que cantaba.

Recuerdo el ridículo que hice aquella vez que me acerqué a su mesa al comienzo de la clase para decirle que estaba afónica y con las anginas como cerezas y él me pidió que me acercara para vérmelas. Y yo, tan resuelta como soy, me acerqué, abrí la boca y le saqué la lengua... cuando él lo único que quería hacer era tocarme la garganta para ver si tenía las anginas inflamadas.

Seguro que si ayer le hubiera recordado la historia de la niña que le sacó la lengua y le enseñó hasta la campanilla se hubiera acordado de mi.

lunes, 22 de octubre de 2007

Fin de curso en Bilbo

Este fin de semana me fui con unas compañeras de la universidad y de trabajo a celebrar que el año pasado lo hicimos muy bien y sacamos otra especialidad. El caso es que quien más y quien menos, quería una disculpa para irse por ahí de turismo.

Escogimos Bilbao por su cercanía, por el Guggemheim y por los pintxos.

Como somos las más ecológicas del mundo, viajamos 5 en un coche no precisamente grande. Y eso que todas teníamos coche. Pero la verdad es que dos de ellas tenían que dejárselo a sus maridos, el panda de Eladia no creo que diera para un viaje y yo paso tres pueblos de conducir.

Tuvimos un finde estupendo. Hizo sol y no demasiado frío, el Guggenheim fue gratuito porque están celebrando su 10º aniversario, el hotel era estupendo y los pintxos y el vino no defraudaron.

A la vuelta paramos en Llanes a dar un paseo y comer el menú del día.

No pudo salir mejor. Ya estamos preparando la siguiente escapada.

¡Por cierto chicas! Efectivamente, las bocas de metro de Bilbao son de Sir Norman Foster.

jueves, 18 de octubre de 2007

O él o yo

Después de cuatro noches, ha podido conmigo y me ha echado de mi propia cama. Un mosquito me ha obligado a dormir en el salón. Y hace sólo un par de minutos que me he dado cuenta de que tengo otro dormitorio y otra cama ¿porqué siempre tiro para el salón? Ya lo hablábamos ayer mi Santa y yo. El sofá de su casa siempre nos ha dado la vida: cuando yo tenía tos y no dejaba dormir a mi hermana, cuando venía de finde el Primoluis, cuando mi padre tiene dolores y no puede estar tumbado...

Creo que es otro de los objetos a los que le rindo un gran culto como ya comenté. Pero aunque guarde la costumbre de irme al sofá cuando algo va mal, éste de mi propia casa no es tan cómodo como el otro.

Ayer me pidieron que actualizara el blog y así lo he hecho. Lo siento, pero no había nada más interesante que contar.

martes, 9 de octubre de 2007

Y

Ayer hice algo que si llego a saber que lo voy a hacer no lo hubiera hecho.

Por la mañana llevé a el Alemán desde su casa en Oviedo a el trabajo y de ahí me vine para mi casa. Se suponía que si seguía todas las indicaciones de las rotondas tendría que haber ido por lo que era la carretera vieja que ahora es una autovía y que tiene mucho tráfico, pero sin saber muy bien como... me metí por la "i griega" en hora punta. Tuve que controlarme para no bajar del coche y pedirle a alguien que me llevara hasta casa. Y es que con lo poco que me gusta a mi conducir, con los pensamientos de muerte que tengo cada vez que lo hago, la de accidentes que ya he visto en esos 27 infernales kilómetros, lo estresada que está la gente, los socavones del pavimento... ¡cómo no voy a tener miedo!

Al final el viaje no fue tan mal. La verdad es que la densidad de tráfico no permitía en muchos tramos ir a más de 80 y yo voy muy tranquila detrás de un camión viendo como los demás queman el acelerador intentando adelantar un par de puestos.

Cuando llegué a casa a eso de las 8.45 de la mañana tenía un nivel de estrés muy poco sano para esas horas. Tenía la sensación de llevar de aquí para allí todo el día, cuando realmente llevaba poco más de una hora despierta.

lunes, 8 de octubre de 2007

Me gusta leer

Os cuento lo que me pasó con los dos últimos libros. Estando en Berlín mi hermana me prestó un libro llamado Franny and Zooey de Salinger (Stalinger). Tiene sólo 150 páginas y llevo casi dos meses para leerlo. No es que no me guste, pero no me engancha y me ha costado acostumbrarme a la manera de escribir del tio este, además me raya un rato que emplee la palabra Goddamn cada dos páginas (lo tengo calculado)

Y entonces me regaló mi amiga Anacari un libro: Can you keep a secret? de Sophie Kinsella. Es uno de esos libros fáciles de leer, del tipo Bridget Jones. Mi hermano me dijo una vez que el no leería nunca un libro de ese tipo, no fuera a ser que le gustara (él que se leyó todos los de las gemelas en Santa Clara y Torres de Malory) Pues yo con ese tipo de libros me río un poco y se me olvida que estoy leyendo en inglés, no con cosas como la de Stalinger que tengo que andar mirando el diccionario cada dos por tres, supongo que porque el vocabulario es mucho más elevado.

El de Sophie Kinsella me lo he leído en una semana y el de Salinger (Stalinger), sigue en la mesilla de noche a falta de 20 páginas para acabarlo. Pero lo acabaré.

sábado, 6 de octubre de 2007

Estoy nostálgica

Hoy comí en el prao con parte de mi familia.

Mis padres tienen una finca, a la que nosotros siempre hemos llamado "El Prao" con una chabola. Este verano entre mi tío, su hermano y varios colaboradores más han renovado La Chabola que a partir de ahora se llamará La Casina, por decisión de mi madre.

En el prao hemos celebrado muchos cumpleaños, comuniones y hasta bodas de oro. Recuerdo perfectamente los domingos que pasamos allí cazando grillos, la cancha de tenis que se montaba con su red y sus líneas pintadas en el césped (casi, casi como Wimbeldon), mi padre enfundado en un mono de trabajo fumigando los manzanos, unos cuantos hombros salidos de sitio, las bicicletas, los helados que llegaban medio derretidos de Casa Oliva, la huerta del tío,el toldo, los abuelos al sol, los paisanos abandonando a mujeres y niños para ir a ver el partido del Sporting, los viajes en el 127 de mi madre a la velocidad del sonido...

Este verano parece que hemos recuperado algo de eso y me gusta.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Empezar de cero

Menudo aburrimiento. Ayer empecé en la Escuela Oficial de Idiomas en primero de alemán. A pesar de que llevo dos años estudiando alemán, como no tengo ningún examen oficial ni título que me acredite como poseedora de los conocimientos del nivel A1, tengo que volver a empezar de nuevo.

Nos pasamos una hora y media jugando a pasarnos la pelotita preguntándonos ¿cómo te llamas? ¿cuál es tu nombre? ¿quién eres tú? Y repitiendo los números del 1 al 10. Pero lo que se dice repitiéndolos.

Ya he comentado en otra ocasión lo poco que me gusta empezar una clase nueva (siendo yo alumna) Por lo menos el jueguecito de la pelota sirvió para que me aprendiera algún nombre. Por cierto, somos 25. No recordaba una clase de idiomas tan numerosa desde que iba al instituto. Y hay menores de edad de esos que ya llevan 3 años estudiando alemán en el instituto. Es otra generación.

martes, 2 de octubre de 2007

Me ha tocado la China

Hace una semana llegó al cole una niña china recién aterrizada en España que fue adjudicada en mi clase hasta que le hagamos un estudio para saber que nivel tiene. ¡Menuda idiotez! ¿Cómo voy a evaluar a una niña que no sabe hablar castellano? Pero como ya se sabe o por lo menos la experiencia me lo ha hecho saber, los chinos son listos como rayos (que diría mi madre) y esta es capaz de entender los números romanos básicamente viendo operar a la profesora de matemáticas en el encerado. También se supone que no sabe inglés, pero cuando le estoy enseñando los colores en español y digo: negro, señalando algo del aula; ella me responde: black.

Tiene que ser muy, pero que muy duro llegar a un país nuevo, con una cultura completamente distinta y otro idioma y sumergirse de lleno en su vida educativa. Haced el viaje a la inversa. Imaginaos con 10 años en una escuela en china, sin entender nada de lo que dicen. Una verdadera pesadilla.

Estoy contentísima con mi China, espero que la China esté contenta conmigo. ¡Qué me traigan más! Si tuviera tiempo me apuntaba a clases de chino y hacía un curso para formarme en la enseñanza del español para extranjeros. Pero no será este año.

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